¿Qué Hacemos con la Abuela?
Una familia decide irse de vacaciones al pueblo durante unos dÃas. Para no dejar sola a la abuela en la ciudad le piden que les acompañe a pesar de su delicado estado de salud.
DÃas después, cuando están casi a punto de finalizar sus vacaciones, la abuela sufre un ataque cardÃaco y fallece repentinamente mientras sus hijos juegan en casa de unos amigos. El padre de familia, e hijo de la fallecida, abrumado por la muerte de su madre entra en una especie de estado de shock y le cuesta razonar y pensar con claridad por lo que acude a su esposa.
Se encuentran bastante alejados de la ciudad donde crecieron y del cementerio familiar donde su madre tiene reservada una lápida junto a su difunto marido desde hace años. El hombre bien sabe que las funerarias son muy caras y el traslado de un cadáver cuesta un ojo de la cara. Mucho más cuando requieren de vehÃculos especiales para acceder a la zona montañosa donde estaba el pueblo donde veraneaban. Tras deliberar cual es la mejor opción y consultarlo con su mujer deciden que lo mejor es que ellos mismos la lleven en su todoterreno hasta la ciudad y allà llamen a los servicios funerarios, de esta forma se ahorrarÃan los gastos de trasladar el cuerpo.
Pero claro eso tenÃa una seria complicación, los niños debÃan viajar con su abuela muerta durante horas para regresar a casa, por supuesto los niños no sabÃan nada aún. Sólo imaginando el trauma que les podrÃa causar tener que compartir el viaje con un muerto tuvieron que desestimar esa opción. La opción más lógica era meter el cuerpo de la abuela en el maletero, pero su todo terreno era uno de esos modelos en los que la parte posterior tiene acceso directo con los asientos y el olor que podrÃa desprendender el cadáver con el calor que hacÃa podrÃa convertir en viaje en una pesadilla. Eso sin contar que los niños estarÃan jugando a escasos centÃmetros de la muerta y si les daba por mirar en la parte posterior se encontrarÃan el cuerpo.
Las dos únicas opciones que les quedaban era que el marido hiciera el viaje solo con su madre difunta o transportarla en la baca del coche. Por desgracia no tenÃan tiempo para la primera opción porque el viaje era largo y su esposa tenÃa que trabajar en un par de dÃas. Asà que decidieron que lo único que podÃan hacer era envolverla en una vieja alfombra y atarla al techo del todoterreno junto a otras maletas para disimular el bulto. Esta era la única forma de viajar sin traumatizar a sus hijos con la muerte de su yaya (como la llamaban ellos), a los niños les dirÃan que su abuela habÃa decidido quedarse un par de dÃas mas y que se habÃa quedado en la casa de una vecina.
Tras acomodar el cadáver aún caliente en la baca del coche y disimular lo mejor que pudieron la forma del cuerpo, ataron firmemente la alfombra enrollada y se prepararon para el viaje. TenÃan que salir cuanto antes si querÃan usar la oscuridad de la noche para viajar sin que nadie se diera cuenta.
El primer par de horas circularÃan por un terreno pedregoso en el que entre baches, agujeros y piedras debÃan avanzar lentamente si no querÃan reventar un neumático o los amortiguadores del vehÃculo. Los continuos saltos estaban aflojando las cuerdas que mantenÃan atada a la abuela y sin que la familia lo supiera el cadáver estuvo a punto de caerse en el camino un par de veces.
Al entrar en la autopista la situación no mejoró, los saltos producidos por los baches habÃan aflojado los nudos, pero el rozamiento con el aire al circular a gran velocidad no mejoraba la fijación de la abuela muerta. Irremediablemente y sin que sospecharan nada el cuerpo de la abuela acabó por caer, con tan mala fortuna que el ruido de un avión al despegar en un aeropuerto cercano ocultó el sonido del golpe.
Al llegar a su destino la mujer subió a casa con los niños que estaban medio dormidos, cansados por el viaje, los pobres angelitos no habÃan sospechado nada. Aunque estaba amaneciendo, mañana serÃa otro dÃa y deberÃan darles la noticia de la muerte de la yaya. El marido por su parte se llevó el susto de su vida cuando al revisar el techo del todoterreno descubrió que la alfombra que envolvÃa a la abuela ya no estaba. aturdido y asustado miraba dentro y fuera del vehÃculo como intentando comprender que habÃa pasado. Sin saber que pocos kilómetros antes el cuerpo de su madre habÃa caÃdo en mitad de la autopista.
QuerÃa volver sobre sus pasos para buscar a su madre, pero como podrÃa explicar que hacÃa su madre muerta y envuelta en una alfombra como si fuera el cadáver de un perro. Subió a casa para avisar a su mujer y explicarla que debÃa regresar en la búsqueda de su cuerpo. Cuando estaba hablando con ella una llamada de teléfono le conmocionó. La estaban realizando desde el teléfono móvil de la abuela.
«Buenos dÃas señor, le habla la policÃa, debo comunicarle que ha sido encontrado el cadáver de una anciana en mitad de la autopista y su número de teléfono aparece como contacto en el móvil que hemos encontrado en uno de los bolsillos de la fallecida. Le rogamos que se persone en el kilómetro 10,5 de la carretera de Burgos para reconocer el cuerpo lo antes posible»
El hombre se quedó paralizado, no sabÃa como podrÃa explicar lo sucedido sin acabar en la cárcel. Pálido por el miedo y con ojeras de no haber dormido en toda la noche condujo hasta el lugar señalado por el policÃa.
Al llegar allà el espectáculo era dantesco. Varios coches patrulla habÃan desviado el tráfico a un único carril, en el arcén habÃa un camión de gran tonelaje y en uno de los vehÃculos de la policÃa se podÃa ver a un hombre esposado con las manos a la espalda.
El hombre se acercó a uno de los agentes y le hizo saber que habÃa recibido una llamada, le temblaban las piernas y tenÃa las manos empapadas de sudor.
«Dis dis disculpe – dijo tartamudeando – me han llamado ustedes desde el teléfono de mi madre»
«Señor – dijo el agente- lo que le voy a pedir no es agradable, el hombre que está detenido ha atropellado a un anciana con su camión, el cuerpo está totalmente destrozado y es prácticamente irreconocible, pero entre sus pertenencias hemos encontrado un teléfono móvil y una pulsera. Tal vez pueda usted ayudarnos a verificar si es su madre reconociendo estos objetos»
El asustado hijo reconocÃo al instante la pulsera de su madre.
«Si, la pulsera pertenece a mi madre»
«Caballero lamento mucho su pérdida ¿sabe usted que podÃa hacer su madre caminando por una autopista de noche? el camionero nos dijo que apareció de la nada tumbada en el asfalto. Pero al hacerle la prueba de alcoholemia ha dado positivo por lo que hemos procedido a su detención por conducir en estado de embriaguez y por homicidio involuntario»
El hombre con los ojos cubiertos de lágrimas y viendo una forma de no tener que explicar lo sucedido y salvar su pellejo simplemente respondió:
«No lo sé agente, pero espero que se pudra en la cárcel por matar a mi madre»  Fuente