A principio de los años sesenta, un excéntrico urbanizador de terrenos, llamado Waldo Sexton, decidió que su ciudad natal, Vero Beach, en Florida, era demasiado llana. Lo que necesitaba era una montaña. por lo tanto, construyó una. A los lados de la colina de 15 metros de altura, Sexton talló unos escalones que llevaban a dos solitarias sillas de jardín colocadas en la cumbre. Más tarde, Sexton donó su montaña a la ciudad para disfrute de todos.

Cuando la montaña se allanó, en 1972, cinco años después de la muerte de Sexton, se construyó en su lugar un restaurante. Pero desde el mismo momento de su apertura, el restaurante se vio acometido por extraños acontecimientos. Los vasos se rompían y los objetos se caían desde las paredes sin una causa aparente. Una noche, después de que la propietaria, Loli Heuser, hubiera cerrado su establecimiento, y tuvo una visión de una estatua de bronce del mismo Waldo Sexton, creyó comprender qué estaba afectando al restaurante. Waldo, perturbado por el ataque y desaparición de su montaña, estaba llevando acabo su fastidiosa venganza.

¿Cuál fue la solución de Heuser ante aquel problema? Confiando en apaciguar al difunto urbanizador, planea al azar una estatua de Waldo Sexton y una réplica en miniatura de su montaña en las instalaciones del restaurante.

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