Un Loco Anda Suelto – Leyenda Urbana
El enorme y famoso manicomio de Ciempozuelos es un lugar al que han ido a parar lunáticos y trastornados de todas partes de España. Esquizofrénicos, paranoicos acosados por delirios de persecución, megalómanos e incluso peligrosos psicópatas que son enviados a sus instalaciones para evaluar su situación mental tras cometer varios asesinatos.
Un sábado, en una noche oscura, frÃa y lluviosa, empezó a correr el rumor de que uno de los locos más peligrosos y trastornados se habÃa escapado del manicomio de Ciempozuelos. Dicen que era un psicópata que cometió crÃmenes horrendos antes de que lo detuvieran y, tras exámenes psiquiátricos, lo trasladaran de la cárcel al manicomio…
Las autoridades pidieron la colaboración ciudadana para su captura y en televisión y radio de daban continuos boletines y descripciones del demente. El mismo dÃa en que el loco se escapó, una pareja de enamorados a punto de casarse estaba volviendo a casa tras pasar una noche de fiesta. No obstante, entre copas y bailes, a ambos se les habÃa olvidado que tenÃan poca gasolina y asÃ, pasada ya la una de la madrugada, el coche se les quedó sin combustible y tuvieron que parar al borde de la carretera.
Afortunadamente la gasolinera no estaba tan lejos, diez minutos de ida y diez de regreso y todo estarÃa arreglado.
La chica insistÃa en que podrÃa ser muy peligroso pero el novio le hizo ver que alguien tenÃa que quedarse cuidando el coche, que volverÃa pronto y que nada pasarÃa porque aquella era una carretera muy segura y siempre pasaban policÃas. Finalmente ella se quedó tranquila y el muchacho se fue andando rápidamente.
Pero el tiempo pasaba, una lluvia torrencial habÃa empezado a caer y en los veinte minutos que habÃan transcurrido no habÃa pasado ni un solo policÃa. Y lo que era peor e incluso insólito: no habÃa aparecido un solo vehÃculo mas…Llena de temor, la chica encendió un cigarrillo y empezó a fumar mientras miraba a su alrededor y ojeaba cada cierto tiempo el reloj.
HabÃa pasado una hora entera cuando ya los nervios se habÃan vuelto inaguantables y el terror, se enroscaba como una gigantesca anaconda sobre su garganta… Pensó que habÃan calculado mal la distancia a la cual estaba la gasolinera, imaginó la posibilidad de que hayan cerrado la gasolinera y su novio haya tenido que caminar más buscando alguna casita al borde del camino en la cual pudiesen darle algo de gasolina: pero nada conseguÃa tranquilizarla..
A pesar del miedo, el sueño y el efecto del alcohol la hacÃa cabecear contra el volante en su empeño por no quedarse dormida. Luchó y luchó, despertándose y volviéndose a dormir una y otra vez hasta que finalmente se quedó con los ojos cerrados encima del volante…
Dos horas habÃan transcurrido desde que su novio partió cuando de pronto se despertó sacudida por unos golpes muy fuertes en el techo … Al abrir sus ojos vio horrorizada que las ventanas y el vidrio delantero estaban repletos de pequeñas manchas de sangre. Gritando con todas sus fuerzas, salió corriendo a toda prisa del coche mientras los golpes seguÃan en el techo del vehÃculo. Nunca olvidará lo que vio aquel dÃa, cuando ya un tanto alejada, miró hacia atrás y vio sobre el coche a un hombre con las blancas ropas del manicomio manchadas de sangre que golpeaba y golpeaba el techo del vehÃculo con la cabeza sin ojos de su novio …
La chica logró escapar y el loco, horas después del encuentro, fue detenido por la Guardia Civil, aún llevaba la cabeza en sus manos. Pero la locura engendra locura y quien fuera una feliz veinteañera a punto de casarse parece ahora una vieja de cabellos largos y despeinados. Su cordura no pudo soportar lo que vio y cada noche lluviosa el sonido de las gotas le recuerdan al que producÃa la cabeza de su novio impactando contra la chapa del techo y la sonrisa de macabro placer que adornaba la cara del loco mientras golpeaba y golpeaba el techo del vehÃculo.