Las diez consultas más ridículas al número de información

– Una mujer se quejó porque su gigoló no era como se anunciaba en la web
– Otra mujer quería que le arreglasen el sombrero porque se volaba con el viento

Los trabajadores del número de información en Australia reciben más de dos millones de consultas cada año, y pueden llegar a tratar peticiones muy extravagantes y difíciles de responder. El Daily Mail recoge una lista de las diez cuestiones más raras que llegó a responder el número de información australiano.

Australia – En el primer puesto coloca una pregunta simplemente absurda: “ ¿Tiene el número de Internet?”. Otra persona llamó informando de que su gato había muerto, y su pregunta fue: “¿puedo solicitar al supermercado la devolución de los pañales que no utilizó?”

La tercera consulta la realizó una mujer que llamó para quejarse de que sus invitados eran groseros y quería saber si estaba obligada a darles un aviso antes de desalojarlos de su casa. El consultor preguntó si existía un contrato de arrendamiento entre las partes, y resultó que los invitados eran familia política de la mujer.

Las siguientes dos dudas en la lista también pertenecían a mujeres, una l lamó indignada para saber si podía acogerse a las leyes del consumidor cuando contrató los servicios de un gigoló que se anunciaba de una forma en su página web, y luego en la realidad resultó ser muy diferente. La clienta apostilló: “Es de esperar que sea más guapo que tu marido y él definitivamente, no lo era”. La siguiente mujer llamó para solicitar la reparación de un sombrero que no era adecuado porque se había volado de su cabeza en un día de viento.

En el puesto seis, una persona preguntó lo siguiente: “¿Qué debo hacer con un cadáver? ¿Qué pasa si la persona no está muerta? Si descubro el cuerpo, ¿soy responsable de los gastos del funeral?”. El número siete corresponde a una persona que quiso saber si necesitaba algún permiso oficial para poder construir una tumba en el patio de su casa.

Otra consulta fue de un consumidor que solicitaba asesoramiento, después de que un taxidermista supuestamente engordara la figura de su perro tanto que la mascota ya no parecía el mismo animal que cuando vivía. Además, un inquilino llamó para pedir consejo porque quería romper el contrato de alquiler de su casa, ya que creía que estaba embrujada, y el propietario había aceptado romper el contrato si fallaba un exorcismo ya planificado. El consultor aconsejó poner dicho acuerdo por escrito.

Finalmente, la última consulta de la lista pertenecía a una persona que preguntó si podía poner una queja porque su constructor había movido una piedra que había modificado la apariencia de la propiedad. Cuando el consultor preguntó el tamaño de la piedra, la persona respondió “del tamaño de mi mano”.

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