La verdadera historia de La Matanza de Texas
La pelÃcula La Matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre) esconde tras ella una verdad en forma de historia real que conmocionó a la sociedad durante los años 60. Horribles crÃmenes de mano del asesino Ed Gein quien inspiró este popular film.

Según cuentan fuentes oficiales de la policia, la tarde del 8 de diciembre de 1954, un granjero de Plainfield, en Wisconsin, entró en «la taberna de los Hogan» a echar un trago en esa frÃa tarde de invierno cuando descubrió con espanto un gran reguero de sangre que cubrÃa el suelo. La propietaria Mary Hogan, habÃa desaparecido. El sheriff observó que no habÃa señales de lucha aparentes y que la caja registradora seguÃa llena, pero determinó que la mujer habÃa sido asesinada y que su cuerpo habÃa sido arrastrado hasta un coche que esperaba fuera.
Los informes forenses tan sólo confirmaron las conclusiones a las que habÃa llegado el sheriff y no arrojaron ninguna luz sobre el caso. La desaparición de Mary era un misterio.
Aproximadamente un mes después de este suceso, el propietario del aserradero de Wisconsin comentaba el caso con un hombre pequeño y tÃmido que vivÃa en una granja de madera a pocos kilómetros de allÃ. Su nombre era Ed Gein. Gein vivÃa solo desde la muerte de su madre en 1945 y se ganaba la vida haciendo toda clase de trabajos a los vecinos de Plainfield. Fue su habilidad en este tipo de trabajos, por la que este hombre de complexión débil, mediana edad, pelo rubio y ojos azules empezó a ser conocido entre las gentes del lugar como una persona trabajadora, cumplidora, fiable pero excéntrica. El propietario del aserradero no se llevaba muy bien con Gein. Encontraba extremadamente difÃcil hablar con él por que a veces éste comenzaba a reÃr con nerviosismo sin motivos como un desequilibrado, o por sus comentarios inoportunos que dejaban a la otra persona sin saber que decir.
En esta ocasión, el hombre recordó que Gein solÃa sentarse solo en un rincón de la taberna mirando fijamente a la dueña del local absorto en sus pensamientos con una jarra de cerveza, y supuso que estaba enamorado de la mujer. Le sugirió bromeando, que si le hubiese hablado a Mary con claridad de sus sentimientos, probablemente en ese momento estarÃa en su granja cocinando y esperando a que volviera en lugar de haber desaparecido presumiblemente asesinada. Gein, con un extraño gesto puso los ojos en blanco y le respondió con una de sus conocidas sonrisas: «No está desaparecida. Ahora mismo está en la granja». El hombre se encogió de hombros y no le tomó en serio, después de todo, era el tipo de comentario que se esperaba de él.
Nació el 27 de agosto de 1906, hijo de madre austera y fanática religiosa que despreciaba a su débil y borracho marido. Cuando ambos discutÃan, que solÃan hacerlo con frecuencia, el hombre se emborrachaba y pegaba a sus dos hijos.

Desde el primer momento, la vida de Ed estuvo completamente dominada por su madre, quien se habÃa prometido a sà misma que su hijo no serÃa nunca como esos hombres lascivos, ateos y alcoholizados que veÃa a su alrededor. SeguÃa una disciplina muy dura castigando a sus hijos, e incapaz de darles el consuelo y el amor de una madre. Gein no tubo contacto con otros niños, pues todo el mundo suponÃa ante los ojos de esa madre una amenaza para la pureza moral de su hijo. Asà durante treinta y nueve años hasta que la mujer morÃa vÃctima de un ataque al corazón, dejando tras ella un hombre dependiente, reprimido y sólo, en un mundo que apenas comprendÃa. La mañana del sábado 16 de noviembre de 1957, Ed Gein asesinaba a la dueña de la ferreterÃa del pueblo, Bernice Worden, disparándole una bala con su viejo rifle de caza del calibre 22. También en esta ocasión se llevó el cadáver en la furgoneta, dejando el suelo del local encharcado de sangre. Pero esta vez, habrÃa un testigo… el libro de contabilidad.
En su última anotación, figuraba el nombre de Ed Gein, a quién habrÃa vendido su último anticongelante. Foto de su última vÃctima (Bernice Worden) tomada por la policia en el momento de la inspección de su domicilio, el cadaver se encontraba decapitado y con el cuerpo completamente abierto en canal. Dos oficiales de la policÃa arrestaron a Gein, mientras otros dos se dirigÃan inmediatamente hacia su granja con la intención de llevar a cabo un registro. Al pasar dentro, el sheriff sintió como algo le rozaba el hombro, y al volverse se topó con un cuerpo decapitado de mujer con un profundo agujero en el estómago que colgaba del techo. Después de recuperarse del shock por el horror que habÃan presenciado, y tras pedir ayuda por radio, los dos hombres volvieron a la casa. El cadáver colgaba de un gancho por el tobillo y con un alambre le habÃan sujetado el otro pie a una polea. HabÃan rajado el cuerpo desde el pecho hasta la base del abdomen, y las tripas brillaban como si las hubiesen lavado y limpiado. No habÃa duda que el causante de ese terrorÃfico espectáculo era una persona enferma. Era difÃcil de creer que un ser humano pudiera vivir allÃ. Por todas partes se veÃan montañas de basura y desperdicios, cajas de cartón, latas vacÃas, herramientas oxidadas, excrementos, revistas pornográficas, de terror y de anatomÃa humana, chicles pegados en las tazas y una dentadura sobre el mantel de la mesa.

HabÃa varios cráneos por la cocina, algunos partidos por la mitad y empleados como cuencos. Más tarde, en cuanto llegaron más patrullas, se descubrió en el interior de la casa todo el horror que allà escondÃa. HabÃa varios cráneos esparcidos por la cocina, unos intactos y otros partidos por la mitad y empleados como cuencos. Una inspección más detenida reveló que una de las sillas de la cocina estaba hecha con piel humana, como las pantallas de las lámparas, las papeleras, las fundas de los cuchillos e incluso alguna prenda de vestir, como un chaleco o un cinturón formado con pezones humanos.
Entre los más atroces descubrimientos, se encontraron unas cajas con los restos humanos pertenecientes a diferentes cuerpos sin identificar, el corazón y la cabeza amputada de Bernice Worden en una bolsa de plástico, una colección de nueve máscaras de piel humana con el pelo intacto, de las cuales, cuatro colgaban en la pared que rodeaba la cama de Gein, etc. HabÃa decorado el interior de su casa de madera con esas máscaras confeccionadas con tiras de piel procedentes de auténticos rostros humanos y con los cráneos colgados de las columnas de su cama. La única habitación de la casa que parecÃa normal era una sellada con tablones en la puerta y perfectamente ordenada… la de su madre. Desde que su madre muriera en 1945, doce años antes, la habitación habÃa estado cerrada con clavos como un sepulcro.
Ed Gein explicó a la policÃa después de su detención que después de su fallecimiento, su madre se mantuvo en contacto con él durante más de un año, hablándole mientras se adormecÃa. Dijo que habÃa sido en esa época cuando desarrolló su fascinación por la anatomÃa. El caso de Ed Gein es, desde un punto de vista médico, uno de los más complejos de la criminologÃa. Voyerismo, fetichismo, travestismo y puede que necrofilia, integraban su personalidad. Sin embargo, a medida que se iba conociendo su verdadera historia se hizo evidente que esas perversiones eran meras manifestaciones de una psicosis profunda, un trastorno mental que tenÃa sus raÃces en la relación anormal que tenÃa con la madre.
Gein murió por insuficiencia respiratoria el 26 de julio de 1984, tras décadas de reclusión en una unidad psiquiátrica, donde resultó ser un paciente modelo. En la actualidad, sus restos descansan en el cementerio de Plainfield, al lado de los de su madre.
Otras pelÃculas basadas en Ed Gein son Psycho y The Silence of the Lambs.