El Barrio Encantado
Durante la excavación en el patio trasero para construir una piscina, Sam y Judy Haney desenterraron dos cadáveres. Pero aquello fue sólo el principio de sus problemas. No pasó mucho tiempo antes de que el televisor reluciera incluso estando apagado; salÃan chispas de los relojes no conectados a la corriente, y los zapatos desaparecÃan y se encontraban más tarde encima de una de las tumbas del patio.
Se descubrió que la casa de los Haney, asà como otras más fruto del desarrollo suburbano, se habÃan edificado encima de un cementerio del siglo XIX. Estas perturbaciones habÃan afectado también a otros inquilinos: las tazas y los vasos se rompÃan mientras estaban de pie en los estantes, los electrodomésticos dejaban de funcionar sin causa aparente y las luces y los grifos del agua se encendÃan y se abrÃan de una manera misteriosa. También comenzó a verse una aparición, conocida como Betty, y algunos residentes se asustaron y comenzaron a marcharse.
Alegando angustia mental y diabetes inducida por el estrés, los Haney pusieron un pleito de dos millones contra la inmobiliaria. El jurado recomendó llegar a un acuerdo por 142,000 dólares, pero el juez invalidó la decisión y no concedió nada a los Haney. No habÃa existido negligencia por parte de la inmobiliaria, decretó el juez, pues no les habÃa engañado de manera intencionada respecto a la presencia de las tumbas.
A continuación, los Haney se mudaron y no existe mención de que recurriesen la sentencia.