Combustión Humana en Navidad
En 1885, Patrick Rooney y su mujer invitaron a su hijo John y a su trabajador, John Larson, para que compartieran con ellos la nochebuena. Los cuatro estaban sentados alrededor de la mesa de la cocina, disfrutando del whisky que Patrick habÃa comprado en la ciudad. Tras unos cuantos tragos de licor, el joven regresó a su propia granja situada a un kilómetro y medio de distancia, y Larson se retiró a su cuarto, dejando que los anfitriones terminasen la botella.
Larson se levantó antes del amanecer, aunque se trataba del dÃa de Navidad, para realizar las tareas diarias. Pero cuando entró en la cocina, encontró a Patrick Rooney derribado en la silla donde se habÃa hallado sentado la noche anterior. Estaba muerto. La señora Rooney no aparecÃa por ninguna parte. Medio atontado, Larson se fue a toda prisa a la granja de John. Cuando los dos hombres regresaron a la escena de la muerte, descubrieron un agujero de un metro y medio en el suelo. En el fondo se encontraban los restos de la señora Rooney, que pesaba unos 90 kilos: un trozo quemado de cráneo, dos vértebras abrasadas y un pie en un montón de cenizas. Resultaba evidente que habÃa ardido hasta la muerte, concluyeron ambos hombres. ¿Pero, por qué no se habÃa quemado ninguna otra cosa en la cocina? ¿Y qué habÃa matado a Patrick Rooney?
Cuando llegó la policÃa y el forense, las sospechas rápidamente recayeron en Larson, pero no se pudo dictaminar ninguna acusación sobre él. Descubrieron que la ceniza levantada habÃa dejado un contorno de la cabeza de Larson en la almohada sobre la que obviamente se habÃa dormido después de la juerga. El médico forense llegó a la conclusión de que la señora Rooney habÃa sido vÃctima de una combustión humana espontánea. Su marido, según sospechó (y el jurado se mostró también de acuerdo), habÃa muerto asfixiado a causa del humo liberado por el cuerpo ardiendo de su mujer.