Pies Vendados – Una tradición pérdida de la antigua China

Dice una leyenda que en el siglo X, el emperador Li Yu ordenó a su concubina favorita vendarse los pies con cintas de seda y bailar sobre una plataforma que tenía esculpida una flor de loto. Se desconoce todavía el orígen exacto del vendaje de los pies en China pero, más o menos verídica la leyenda, se sabe que las primeras que empezaron a vendar sus pies fueron las bailarinas de palacio en el siglo X, con el objetivo de realzar la gracia de sus movimientos. De la corte se extendió a las clases altas y en el siglo XVI se popularizó por todo el territorio chino y en todas las clases sociales.

Con el paso del tiempo, el significado se volvió absolutamente opuesto -de realzar la gracia de los movimientos a restringirlos-, adaptándose a los valores femeninos defendidos por Confucio: la vida doméstica, la virtud, la maternidad y el trabajo manual.

A pesar del cambio de significado, la sensualidad inicial, lejos de perderse se acentuó y el ‘pie de loto’ era considerado la parte más erótica del cuerpo de la mujer. Sin embargo, para que los pies se convirtiesen en loto dorado –obra de arte y objeto de deseo– debían medir menos de 3 pulgadas (7 centímetros) y reunir las siguientes características: ser delgados, pequeños, puntiagudos, arqueados, perfumados, suaves y simétricos.

Dice un dicho chino, “Un cara bonita, es un regalo del cielo, un par de pies bonitos es trabajo mío”. Y ese duro trabajo empezaba a la edad de cinco o seis años, de las manos de las madres, siempre que éstas pudiesen permitirse mantener a la hija sin trabajar fuera de casa.

El Proceso del vendaje

Comparación del tamaño de unos pies vendados con unos normales

Encerradas en la habitación, la madre le cortará las uñas de los pies, el momento propicio para la iniciación era revelado tras una consulta astrológica y en el día elegido se ofrecían a los dioses pasteles de arroz para que éstos permitiesen que los pies de su hija fuesen tan suaves como esos pasteles. Desde ese día y durante un periodo comprendido entre seis meses y dos años la hija sentirá un dolor insoportable, hasta que el nervio se muera y deje de sentir ningún tipo de dolor.

Los pies se poníán en remojo con una mezcla de hierbas y sangre animal para eliminar las posibles infecciones de la piel. En ese momento su propia madre le rompía los 4 dedos más pequeños y los aprisionaba contra el talón para luego vendarlos con seda o algodón. Este ritual se repetía cada dos días con vendas limpias y durante 10 años.

Pasados los dos primeros años ambos pies medían aproximadamente 4 pulgadas. El dolor no cesaba debido a que cada vez las vendas se ponían más prietas, además de que era muy habitual que el proceso causara graves infecciones.

¿Método de control machista o Decisión propia?
Con los pies vendados las niñas podrán caminar, pero deberán hacerlo con pasitos minúsculos y no conseguirán alejarse mucho de su casa, por lo que muchos consideran que esta práctica era un instrumento de opresión machista. Sin embargo, la dominación masculina sobre la mujer a través del vendaje de los pies es una razón importante pero no es suficiente para explicar que esta práctica se mantuviese durante mil años, hay al menos, otras tres razones para el vendaje:

1.- La actitud china hacia el sexo y el placer sexual: En China el sexo era visto como una fuente regeneradora de la naturaleza y el placer sexual femenino como un elemento clave para alargar la longevidad del hombre, muy diferente de la concepción católica de la sexualidad. En este entorno natural, destaca la ropa interior de la mujer y sus zapatos, que no se quitará nunca en presencia del hombre, ni siquiera durante el acto sexual. El vendaje era una manera de realzar la belleza y así despertar la imaginación erótica de lo oculto y lo prohibido.

2.- Símbolo de feminidad: Vendar los pies a una hija constituía una importante pérdida económica, una niña con los pies vendados no podía ayuda en las labores del campo ni trabajar fuera de casa, inicialmente el vendaje era exclusivo de mujeres de alta posición social y prostitutas (estas últimas pues dependían de su «feminidad» para atraer clientes). Cualquier hombre aspiraba a casarse con una mujer con los pies reducidos pues era para ellos un gran incentivo erótico y mucho más atractivas.

3.- Símbolo de estatus: Los chinos dan mucha importancia a cubrir los cuerpos con ropa porque ésta es una de las diferencias entre el ser humano y el animal. A su vez, la ropa, las joyas y, muy especialmente, los zapatos se convierten en símbolos de estatus, por la calidad de los materiales y la minuciosidad de los bordadosl. Las familias más pobres no podían permitirse vendar los pies a sus hijas y mucho menos los caros complementos.

La desaparición de esta tradición milenaria
El vendaje de los pies, el símbolo más característico de la identidad femenina en la China tradicional, fue prohibido en 1911 y duramente perseguido por el gobierno comunista. El motivo principal de su desaparición fue un nuevo cambio de significado, propiciado por la influencia extranjera en el siglo XIX.

Empezó a atacarse la costumbre de vendar los pies como algo insano y bárbaro y como obstáculo para la modernización del país. Las mujeres de las regiones costeras, identificándose con las posturas europeas, rechazaron pronto continuar la tradición con sus hijas y poco a poco, el significado negativo de esta práctica fue pentrando también en el interior de China, donde en 1957 se vendaron por última vez los pies de una china.

Se ponía fin entonces a una tradición de mil años de antigüedad muy paradójica: la deformación de los pies llegó a convertirse en el símbolo máximo de belleza y erotismo y el dolor diurno quedó justificado por las posibilidades de placer nocturno.

¿Quedan aún mujeres con los pies vendados?
A pesar de estar prohibida la práctica existen mujeres de avanzada edad que al nacer en zonas más aisladas continuaron con la tradición un periodo más prolongado de tiempo. Aún es posible encontrar a algunas de estas mujeres. Las siguientes fotos fueron realizadas en la población de Liuyi, situada en la provincia de Yunnan. La mujer se llama Zhou Guizhen y tenía 86 años en el momento de ser tomadas las fotografías.





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