Cómo pedir un aumento de sueldo

Lo primero de todo es hacerte valer, dejar claro que tu pretensión es merecida. Si vienes trabajando bien y con resultados no se trata de aumentar tu ritmo o echarle más horas, sino de que lo que haces se conozca: cuenta lo que haces a quien corresponda, ofrece tu ayuda sin que te la pidan (la actitud es fundamental), enseña tus resultados… Pero no te pases, no resultes demasiado «pelota», interesada o trepa, porque podría perjudicarte.

Prepara tus argumentos: por qué crees que mereces el aumento, cómo lo justificas (comparación con el mercado, tiempo transcurrido desde la última revisión, logros alcanzados, nuevas responsabilidades, aportación a la empresa, buen momento económico de ésta…). Si estás preparado resultarás más convincente. No abuses de la comparación con otros compañeros, porque si mereces un aumento es por tus propios méritos, no por agravios comparativos.

No te precipites, espera el momento adecuado. Aprovecha un éxito reciente o una felicitación de tu jefe o de la dirección. Evita momentos de sobrecarga de trabajo o de tensión que afecte negativamente el humor de tu jefe. Espera a que tenga un ratito más desahogado.

Concreta la cuantía del aumento, de cuáles son tus aspiraciones. Cuanto más claro le dejes tu expectativa, más fácil resultará para tu jefe tomar una decisión. Pero siempre justifícala. No caigas en el error de pedir una cantidad exagerada para disponer de margen de negociación, porque tu empresa sabe lo que vales y hasta dónde está dispuesta a pagarte.

No recurras a argumentos negativos, es decir, a lo injustamente que eres tratado y lo bien que están los demás. Son dos temas distintos que merecen ser tratados con independencia. Además, no des excusas a tu jefe para desviar el objetivo de la conversación hacia otros temas.

No utilices amenazas de irte de la empresa porque la reacción de tu jefe o de la empresa a presiones de ese tipo es imprevisible. Es posible que funcione, pero también es posible que tengas que asumir tus palabras cuando la Dirección decida que eres prescindible.

Sé flexible; es decir, considera otra serie de ventajas como cursos de formación, días libres, privilegios en el horario, etc.

No intentes dar pena con tus deudas, tus necesidades, tu familia… Ha de ser tu trabajo y tus méritos lo que decidan a tu favor. Y no olvides que si en esta ocasión no lo consigues, sí lo harás la próxima vez, y en todo caso habrás hecho lo que tenías que hacer.  Fuente

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